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Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares del régimen iraní

Donald Trump confirmó que Estados Unidos lanzó un ataque contra tres instalaciones nucleares del régimen iraní. Se trató de las centrales de Fordow, Natanz e Isfahan.

“Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordow, Natanz y Esfahan (…) Se ha lanzado una carga completa de BOMBAS sobre la instalación principal, Fordow”, apuntó el mandatario en un mensaje en su cuenta de Truth Social.

Los tres sitios alcanzados son los principales centros de enriquecimiento de uranio de Irán por lo que, de conseguirse una destrucción masiva de los lugares, se podría asegurar un retraso de años en el programa atómico enemigo y en su capacidad de alcanzar una bomba que, según la Casa Blanca, era de múltiples unidades, en cuestión de semanas.

EEUU utilizó las bombas antibúnker GBU-75 para destruir las centrales nucleares de Irán
EEUU utilizó las bombas antibúnker GBU-75 para destruir las centrales nucleares de Irán

“Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní (y) regresan sanos y salvos a casa. Felicidades a nuestros grandes guerreros estadounidenses. No hay otro ejército en el mundo que hubiera podido hacer esto ¡AHORA ES EL MOMENTO DE LA PAZ! Gracias por su atención a este asunto“, sumó a continuación en el mensaje de anuncio.

Posteriormente, el republicano ofreció un discurso desde la Casa Blanca en el que afirmó que todas las instalaciones nucleares atacados “han sido destruidas” y lanzó una contundente advertencia a Teherán por posibles represalias: “Si no hacen la paz, los próximos ataques serían mucho mayores y mucho más fáciles”.

Según el presidente, el operativo respondió a una amenaza persistente: “Durante 40 años Irán ha estado diciendo ‘muerte a Estados Unidos, muerte a Israel’”, expresó. Y añadió: “Han estado matando a nuestra gente, volándoles los brazos, volándoles las piernas con bombas colocadas en las rutas”.De esta manera, tras días de especulaciones, Estados Unidos ingresó de manera directa y activa en el conflicto entre Israel e Irán.

“Este es un momento histórico para Estados Unidos, Israel y el mundo. Irán debe ahora aceptar poner fin a esta guerra”, consideró Trump.

Según trascendió en los últimos días, el Gobierno de Benjamin Netanyahu había estado presionando a Washington para que diera este paso y lo asistiera en las ofensivas sobre sitios clave del programa atómico persa, en el marco -también- de las frustradas negociaciones con el régimen.

La operación 'Midnight Hammer' destruyó instalaciones nucleares clave en Fordo, Natanz e Isfahán, según altos mandos estadounidenses
La operación ‘Midnight Hammer’ destruyó instalaciones nucleares clave en Fordo, Natanz e Isfahán, según altos mandos estadounidenses

Si bien las instalaciones ya habían sido blanco de ofensivas israelíes, se cree que los daños habrían provocado retrasos de algunos meses en las ambiciones iraníes, por lo que se espera que la magnitud de los bombardeos estadounidenses haya sido mayor, derivando en un atraso de años.

La planta de enriquecimiento de Fordow, excavada a cientos de metros bajo una montaña cerca de la ciudad de Qom, a unos 160 kilómetros al sur de Teherán, ha sido considerada durante años prácticamente impenetrable a bombardeos convencionales, consolidándose como el búnker nuclear más profundo de Irán.

Su existencia permaneció oculta hasta 2009, cuando se reveló al mundo la magnitud de la instalación. La ubicación subterránea, cuidadosamente elegida, responde a una lógica defensiva: la protección ante ataques aéreos.

El complejo se encuentra a tal profundidad que, durante años, los analistas militares y nucleares la catalogaron como un objetivo casi imposible de destruir mediante armamento convencional. La montaña que la cubre actúa como un escudo natural, lo que ha obligado a los estrategas a considerar opciones de ataque mucho más sofisticadas.

El diseño original de Fordow contemplaba el enriquecimiento de uranio hasta el 20%. Sin embargo, en 2023, inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) detectaron un hallazgo alarmante: rastros de uranio enriquecido al 83,7%, una cifra peligrosamente cercana al 90% requerido para fabricar un arma nuclear. Este dato, confirmado por el OIEA, elevó la preocupación internacional sobre el avance del programa nuclear iraní y la posibilidad de que el país estuviera a un paso de cruzar el umbral armamentístico.

Mientras Fordow representa el símbolo de la invulnerabilidad, Natanz se erige como el corazón operativo del enriquecimiento de uranio en Irán. Ubicada al sudeste de Teherán, Natanz es el principal centro de procesamiento nuclear del país. Aunque parte de sus instalaciones se encuentran bajo tierra, otra parte permanece en superficie, lo que la hace más vulnerable en comparación con Fordow. Esta vulnerabilidad ha quedado de manifiesto en repetidas ocasiones.

Desde 2021, el ´regimen iraní que en Natanz se enriquece uranio hasta el 60% de pureza. Este nivel, aunque inferior al grado armamentístico, representa un avance significativo en la capacidad técnica del país.

Allí se concentran la mayor parte de las centrifugadoras avanzadas, responsables de producir material que, con un paso adicional, podría emplearse en la fabricación de armas nucleares. La importancia estratégica de la planta la ha convertido en objetivo de múltiples ataques.

El tercer eslabón en la cadena nuclear iraní se encuentra en la ciudad de Isfahan. Allí opera el Centro de Conversión de Uranio, una instalación clave donde el uranio natural se transforma en gas hexafluoruro de uranio (UF6). Este gas es indispensable para alimentar las centrifugadoras tanto de Fordow como de Natanz.

La función de Isfahan es esencial: sin la conversión química que allí se realiza, el uranio natural no puede procesarse para su posterior enriquecimiento.

Es así que el entramado nuclear iraní se sostiene sobre la interdependencia de estos tres centros: Fordow, Natanz e Isfahan. Cada uno cumple una función específica y complementaria.

Fordow aporta la seguridad y la posibilidad de enriquecer uranio a niveles elevados bajo una protección casi infranqueable. Natanz concentra la mayor parte de la capacidad técnica y operativa, con un historial de ataques que evidencia su vulnerabilidad. Isfahan, por su parte, representa el eslabón químico sin el cual el ciclo nuclear no puede completarse.