Irán profundizó la brutal represión tras la guerra con israel y ya arrestó a más de 1.00 personas y realizó decenas de ejecuciónes, según denuncias de organizaciones de derechos humanos. El régimen iraní, enfrentado a un creciente malestar social y a señales de debilidad interna, optó por una estrategia de control férreo que afecta a activistas, minorías étnicas y religiosas, y ciudadanos acusados de difundir información sensible.
Según la ONG Iran Human Rights, con sede en Noruega, al menos seis hombres fueron ejecutados por supuestos vínculos con el espionaje israelí, mientras que docenas más recibieron la pena de muerte por otros cargos. Más de 1.000 personas resultaron detenidas durante o después del conflicto, muchas de ellas por poseer en sus teléfonos imágenes o videos de las acciones militares israelíes.
El jefe del poder judicial, Gholamhossein Mohseni Ejei, ordenó que los juicios por colaboracionismo con Israel “se realicen y anuncien muy rápidamente”. Las detenciones han incluido arrestos arbitrarios en la vía pública, allanamientos nocturnos y traslados de presos a lugares desconocidos. Activistas denuncian la celebración de juicios exprés y la ausencia de explicaciones oficiales sobre los procedimientos. Entre los casos más notorios figura el arresto sin orden judicial del defensor de la libertad de expresión Hossein Ronaghi. Otros, como el rapero disidente Toomaj y el activista Arash Sadeghi, fueron liberados tras ser interrogados y golpeados.
La represión ha tenido un marcado sesgo étnico. El grupo de derechos humanos Hengaw, que monitorea la situación en regiones kurdas, denunció la detención de al menos 300 kurdos, incluidas numerosas mujeres y adolescentes. “Se ha desatado una ola de represión y arrestos masivos en todo el país”, afirmó la organización, subrayando que “las ciudades kurdas han soportado una parte desproporcionada de estas redadas”.
Las minorías religiosas también han sido blanco de la ofensiva estatal. Según el medio IranWire, docenas de hogares de la comunidad bahaí —la minoría no musulmana más numerosa en Irán— fueron allanados durante y después de la guerra. El bahaísmo, cuyo centro espiritual se encuentra en la ciudad israelí de Haifa, carece de reconocimiento legal en Irán y sus seguidores han sufrido discriminación histórica. La agencia HRANA reportó que al menos 35 miembros de la comunidad judía iraní, estimada en unos 10.000 integrantes, fueron convocados recientemente a interrogatorios relacionados con el conflicto.
Roya Boroumand, directora del Abdorrahman Boroumand Center con sede en Estados Unidos, explicó a la agencia AFP que el régimen busca “suprimir el descontento público por el ‘humillante golpe’ infligido por Israe.
Hadi Ghaemi, director ejecutivo del Center for Human Rights in Iran en Nueva York, describió la situación con una imagen contundente: “Como un animal herido, la República Islámica va tras cada amenaza percibida con fuerza letal”.
El patrón represivo actual recuerda a episodios previos de la historia iraní. Tras la guerra con Irak en 1988, se produjo una masacre de opositores políticos que dejó miles de ejecutados.