El 7 de octubre del año pasado, Noa Zeevi servía como soldado en la base militar israelí de Zikim cuando estalló el infierno. Era una mañana tranquila hasta que una lluvia demencial de misiles rompió el silencio. Hamas había lanzado su brutal ataque, y Noa, sin dudarlo, salió a enfrentar a los terroristas.
“Empecé a correr y luego no me acuerdo más”, relata Noa, sobreviviente de una experiencia que la dejó marcada de por vida. Un francotirador la alcanzó. La bala entró por su ojo izquierdo y quedó atrapada en su cráneo. “Pensaban que estaba muerta y me iban a levantar con los otros cadáveres”, recuerda Noa. En medio del caos y la carnicería, un soldado notó algo extraordinario: Noa tragaba saliva. Estaba viva.
Otro guardia, incrédulo, se acercó y le apretó una pierna. “Puedes parar, me duele”, le dijo Noa, despertando sorprendentemente. Así comenzó un operativo frenético para salvar su vida. Los médicos no tenían muchas esperanzas, pero tras semanas de rehabilitación, Noa comenzó a contar su historia. Una historia de supervivencia y resiliencia. “Tenía miedo de que la gente me mirara porque tenía un aspecto extraño. Tengo los ojos cerrados y la cabeza torcida”, recuerda. Sin embargo, la resignación quedó atrás. “Comencé a librarme”, dijo en diciembre pasado, mirando a la cámara con el ojo que le queda y su cabeza torcida. Sus cicatrices son ahora el símbolo de su supervivencia.
La base de Zikim, en el sur de Israel, es una instalación militar donde jóvenes soldados reciben entrenamiento. A las 6:30 del 7 de octubre, un ataque masivo de cohetes sorprendió a los reclutas. “Era una lluvia demencial de misiles”, describen los sobrevivientes. Hamas, en una operación denominada “Diluvio de Al Aqsa”, buscaba destruir la base y atacar comunidades cercanas como Sderot.
Los reclutas patrullaban la cerca perimetral cuando comenzó el bombardeo. Fueron trasladados rápidamente a áreas seguras, pero a las 6:45 ya se escuchaban disparos en la base. No era solo un ataque aéreo. Los terroristas de Hamas habían entrado en otra base militar, Re’im, a pocos kilómetros de allí. A través de un agujero en la valla perimetral, llegaron en motocicletas y dispararon a quemarropa contra los guardias. Todos los soldados en las instalaciones fueron asesinados. La incursión fue brutal y meticulosamente planificada.
La ofensiva de Hamas no se limitó a Zikim y Re’im. La Base Naval Nahal Oz también fue blanco de los ataques. Allí, 30 soldados fueron asesinados y cinco mujeres soldado, Liri Albag, Karina Ariev, Agam Berger, Daniela Gilboa y Naama Levy, todas de 19 años, fueron secuestradas. Los terroristas grabaron el secuestro, mostrando a las jóvenes ensangrentadas y golpeadas.
En las imágenes se ve cómo uno de los terroristas se dirige a una de las chicas y le dice: “¡Quiero que calles y que te sientes! Nuestros hermanos han muerto por su culpa y le vamos a disparar a todas”. En otro de los fragmentos del video se escucha a uno de los extremistas decir: “Aquí están las chicas que se pueden quedar embarazadas. Ellas son las sionistas”. Luego agrega, observando a una de ellas: “Eres tan hermosa…”.
Las cinco jóvenes llevan casi nueve meses secuestradas en Gaza. La brutalidad del ataque y el secuestro ha dejado una cicatriz profunda en Israel. “Estuvimos a esto de ser padres en duelo”, asegura la madre de Noa, haciendo el gesto de “poquito” con los dedos. “Nuestra niña fue gravemente herida, y tiene por delante un camino… pero está viva”.