El 7 de octubre, el sur de Israel fue escenario de uno de los ataques más brutales y sangrientos perpetrados por Hamas. En esa fatídica mañana, alrededor de 1.200 personas, en su mayoría civiles, fueron asesinadas de manera brutal. Además, 254 ciudadanos israelíes y extranjeros fueron secuestrados y llevados a la Franja de Gaza como rehenes. Entre ellos se encontraban hombres, mujeres, niños e incluso un bebé argentino Kfir Bibas, quien fue secuestrado junto a su madre Shiri y su hermano de cuatro años, Ariel Bibas. Esta familia es parte de los 120 secuestrados que aún permanecen en Gaza bajo el control del grupo extremista palestino Hamas.
Con el paso de los días, emergieron cada vez más casos de violaciones perpetradas por los terroristas de Hamas durante el ataque del 7 de octubre. Mujeres fueron objeto de agresiones sexuales, muchas veces acompañadas de lesiones adicionales antes de ser asesinadas. Estas atrocidades fueron dirigidas específicamente contra mujeres judías, utilizando la violencia sexual como arma de guerra. Este acto está definido como crimen por el Estatuto de Roma, firmado en 1998, que establece la competencia de la Corte Penal Internacional para juzgar estos delitos.
Numerosos testimonios de sobrevivientes, socorristas y médicos revelan un patrón de violencia sexual extrema y sadismo por parte de los atacantes. La Asociación de Centros de Crisis por Violación en Israel (ARCCI) documentó estos crímenes en su informe “El llanto silencioso. Crímenes sexuales de guerra del 7 de octubre”. Este informe recoge testimonios desgarradores sobre la brutalidad inhumana de estos ataques.
Orit Sulitzeanu, directora ejecutiva de ARCCI, destacó la necesidad de romper el silencio y dar voz a las víctimas que no pueden contar sus propias experiencias.
Informe de ARCCI
El informe ofrece una visión detallada y desgarradora de los crímenes sexuales perpetrados por Hamas durante el ataque. Este documento de 43 páginas sistematiza testimonios de múltiples violaciones de mujeres judías, acompañadas de una violencia brutal y múltiple, que incluyó mutilaciones y asesinatos. El informe subraya que las agresiones no se limitaron solo a mujeres jóvenes, sino que también incluyeron a niñas, mujeres adultas e incluso hombres.
La recopilación de estos testimonios fue un desafío tanto emocional como logístico. La directora ejecutiva de ARCCI, Orit Sulitzeanu, explicó que, frente a la negación inicial de estos relatos, era crucial proporcionar descripciones concretas y detalladas para romper el silencio. Sulitzeanu enfatizó la obligación moral y humanitaria de amplificar el “grito silencioso” de las víctimas, especialmente aquellas que fueron asesinadas sin poder contar sus experiencias.
El informe de ARCCI está lleno de testimonios que revelan la magnitud y la crueldad de los crímenes cometidos. Los relatos de sobrevivientes y socorristas describen escenas de horror inimaginable. Sapir Cohen, una de las jóvenes que sobrevivió al ataque en el festival de música Nova, contó cómo, desde su escondite, fue testigo de varias violaciones. Relató cómo vio a un grupo de militantes de Hamas pasándose a mujeres heridas entre ellos, y cómo una mujer joven era sostenida del cabello mientras era violada y apuñalada repetidamente.
Otros sobrevivientes del festival describieron un escenario apocalíptico de cuerpos mutilados y violados. El coronel israelí Israel Weiss y la voluntaria Shari Mendes, quienes participaron en la identificación de cadáveres, confirmaron que muchos cuerpos mostraban signos claros de tortura y violación. Mendes señaló que las violaciones fueron tan brutales que provocaron fracturas en los huesos pélvicos de las víctimas. Los testimonios reiteran el patrón de daño deliberado a los órganos genitales, tanto de hombres como de mujeres, con actos de mutilación y quema.
La violencia sexual en conflictos armados es una táctica devastadora y antigua, utilizada para someter y humillar al enemigo. Sin embargo, no fue hasta el Estatuto de Roma de 1998 que estos actos fueron específicamente definidos como crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, bajo la competencia de la Corte Penal Internacional. A pesar de este avance legal, la violencia sexual sigue siendo una realidad en muchos conflictos actuales, y la respuesta internacional a menudo es lenta e insuficiente.
El 19 de junio se celebró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en Conflictos, instaurado por la ONU en 2015 para concientizar sobre la necesidad de eliminar esta práctica. Sin embargo, los eventos del 7 de octubre y la tardía reacción de la comunidad internacional destacan la brecha entre la legislación y su implementación efectiva.
A pesar de los numerosos testimonios y evidencia de las atrocidades cometidas, la respuesta internacional fue inicialmente silenciosa. No se registró una ola de repudio generalizado por parte de organizaciones vinculadas a los derechos de la mujer.
Recién casi dos meses después del ataque, la ONU Mujeres emitió una declaración condenando los brutales ataques de Hamas y expresando alarma por los relatos de violencia sexual y atrocidades basadas en el género.