Los iraníes elegirán este viernes a su nuevo Presidente, en unas elecciones anticipadas para sustituir al fallecido presidente Ebrahim Raisi, quien murió en un accidente de helicóptero el mes pasado. Años de problemas económicos, protestas y las crecientes tensiones en Medio Oriente hacen que sea una elección en un contexto complejo para la República Islámica.
Los votantes se enfrentan a una elección entre candidatos de línea dura y un político poco conocido que pertenece al movimiento reformista iraní, que pretende cambiar la teocracia chiita desde dentro. Como viene ocurriendo desde la Revolución Islámica de 1979, las mujeres y los partidarios de un cambio radical no pueden participar en la votación, que no será supervisada por observadores internacionales como ocurre en otros regímenes bajo la lupa de Occidente.
La votación se produce en un momento de gran tensión en la región por la guerra entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. En abril, Irán lanzó su primer ataque directo contra Israel, mientras que los grupos terroristas que Teherán apoya en la región -como el Hezbollah libanés y los rebeldes hutíes de Yemen – participan en los combates y han intensificado sus ataques. Mientras tanto, Irán sigue enriqueciendo uranio a niveles cercanos a los aptos para la fabricación de armas y mantiene un arsenal lo suficientemente grande como para construir -si decidiera hacerlo- varias armas nucleares.
Aunque el Líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Khamenei, de 85 años, tiene la última palabra en todos los asuntos de Estado, los presidentes pueden inclinar la política del país hacia la confrontación o la negociación con las potencias occidentales.
Dada la baja participación registrada en las últimas elecciones, sigue sin estar claro cuántos iraníes participarán en los comicios del viernes. Sólo el 48% de los votantes participaron en las elecciones de 2021 que llevaron a Raisi al poder, y la participación alcanzó un mínimo histórico del 41% en unas elecciones parlamentarias celebradas hace tres meses.
En las últimas semanas, los iraníes han hecho un amplio uso del hashtag #ElectionCircus en X, con algunos activistas en el país y en el extranjero llamando a un boicot de las elecciones, diciendo que una alta participación legitimaría la República Islámica.
A grandes rasgos, los analistas describen la carrera presidencial como una contienda con tres bandos. Hay dos partidarios de la línea dura, el exnegociador nuclear Saeed Jalili y el presidente del Parlamento, Mohammad Bagher Qalibaf. Luego está el candidato reformista Masoud Pezeshkian, que se ha alineado con figuras como el expresidente Hassan Rouhani, bajo cuya administración Teherán alcanzó el histórico acuerdo nuclear de 2015 con las potencias mundiales. El acuerdo nuclear acabó fracasando y los partidarios de la línea dura volvieron a tomar las riendas de la República Islámica.
La ley iraní exige que el ganador obtenga más del 50% de los votos emitidos. De no ser así, los dos candidatos más votados pasarán a una segunda vuelta una semana más tarde.