En un violento ataque que ha conmocionado al mundo, el grupo terrorista Estado Islámico de Khorasán (ISIS-K) reivindicó un devastador atentado en Moscú en el Crocus City Hall, donde más de 130 personas perdieron la vida durante un concierto el viernes 22 de marzo.
Este evento marca un evidente incremento en las acciones audaces de ISIS-K fuera de su base tradicional en Afganistán, demostrando su capacidad para proyectar terror globalmente.
El grupo, surgido en 2015 y conocido por su interpretación extremista del Islam sunnita, ha expandido sus objetivos más allá de las fronteras afganas. En un comunicado a través de Telegram, ISIS-K no solo se atribuyó el sangriento incidente sino que también amplificó su mensaje de terror, emitiendo imágenes y vídeos que recuerdan las brutales tácticas utilizadas durante sus inicios en Siria e Irak.
Un análisis del Willson Center destaca la ambición del ISIS-K de desestabilizar gobiernos en Asia y castigar a aquellos que consideran enemigos del Islam sunnita, incluyendo al gobierno shiita de Irán y al movimiento talibán de Afganistán.
ISIS-K ha logrado reclutar a diversas facciones yihadistas en la región, incluyendo al Tehreek-e-Taliban Pakistan, la debilitada Al Qaeda en Afganistán y Pakistán, y un sector de los talibanes disidentes. Su influencia se extendió significativamente a las provincias de Nangarhar y Kunar, aprovechando redes rurales para consolidar su presencia territorial. Aunque su número de combatientes se redujo en 2021 a entre 1.500 y 2.000, el ataque suicida en el aeropuerto internacional de Kabul en agosto de ese año demostró su capacidad para llevar a cabo operaciones complejas y mediáticas.
La escalada de violencia por parte de ISIS-K se ha convertido en una creciente preocupación para la seguridad global. Según informes del The Washington Post y The New York Times, tanto los talibanes como los servicios de seguridad en Europa han enfrentado desafíos para contener la expansión del grupo. Esto se evidencia en la capacidad del ISIS-K de planear ataques en territorio europeo y ruso, así como su persistente amenaza hacia Estados Unidos y sus aliados.
Oficiales antiterroristas en Europa y el general Michael E. Kurilla del Mando Central del ejército estadounidense han expresado preocupaciones sobre la capacidad de ISIS-K de llevar a cabo atentados con poco aviso, incluso fuera de Asia Central y Meridional.
Antes del ataque en Moscú, ISIS-K había realizado atentados significativos, incluyendo uno en Kerman, Irán, en memoria del general Qassim Suleimani, y ataques contra intereses rusos como el derribo del vuelo de Metrojet en 2015 y un ataque suicida contra la embajada rusa en Kabul en 2022. Estos actos subrayan no solo la audacia de ISIS-K sino también su disposición a enfrentarse directamente con naciones que identifican como adversarias, incluida Rusia, a quien critican abiertamente en su propaganda.