El rescate de rehenes en Gaza se ha convertido en una misión crítica para el ejército israelí. En junio, una operación militar liberó a cuatro rehenes, proporcionando un momento de alegría en medio de una situación desesperada. Sin embargo, esta operación también subrayó las dificultades y peligros inherentes a tales misiones. A medida que más rehenes regresan muertos, las familias viven con el temor constante de recibir una llamada con malas noticias, lo que agrava su angustia.
Desde el ataque liderado por Hamas el 7 de octubre, aproximadamente 250 personas fueron secuestradas. De esos, 120 siguen en cautiverio, aunque muchos se cree que están muertos.
Según evaluaciones basadas en inteligencia israelí y estadounidense, el número de rehenes vivos podría ser tan bajo como 50, informó The Wall Street Journal. Esta cifra es preocupante, ya que implica que 66 rehenes podrían estar muertos, superando en 25 a lo que Israel ha reconocido públicamente. Hasta ahora, 19 cuerpos han sido devueltos a Israel, y se ha confirmado la muerte de otros 41 rehenes.
Impacto en las familias
El impacto emocional en las familias de los rehenes es devastador. La alegría inicial de recibir noticias sobre la liberación de un ser querido ha sido reemplazada por el terror de recibir una llamada informando sobre su muerte. Gili Roman, por ejemplo, experimentó la felicidad de saber que su hermana Yarden Roman Gat sería liberada, solo para vivir ahora con el temor constante por su otro familiar, Carmel Gat, que aún está en cautiverio. “Lo que está sucediendo ahora es que las familias tienen el sentimiento opuesto”, dice Roman al WSJ. “Se trata de quién recibirá una llamada diciendo que el cuerpo de su familiar ha sido encontrado o que ha sido declarado muerto.”
Las negociaciones para la liberación de los rehenes son complicadas y están llenas de obstáculos. Estados Unidos, Egipto y Qatar han mediado en las conversaciones, intentando lograr un acuerdo que permita el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos. Sin embargo, las posturas rígidas tanto del grupo terrorista Hamas como de Israel dificultan alcanzar un consenso.
Israel, inicialmente reacio a aceptar cuerpos muertos en los intercambios, ha modificado su propuesta, sugiriendo que podría aceptar cadáveres para cumplir con el número requerido de rehenes en la primera fase de cualquier acuerdo. Mientras tanto, Hamas ha endurecido sus demandas, especialmente después de la operación de rescate de junio, lo que ha complicado aún más las negociaciones.
Condiciones de cautiverio
Las condiciones de los rehenes en Gaza varían ampliamente dependiendo de sus captores y del lugar donde están detenidos. Los antiguos rehenes han descrito una existencia marcada por la escasez de alimentos y la falta de higiene, sin acceso a atención médica adecuada, y la situación es aún más grave debido a los reportes de violencia sexual.
Aquellos mantenidos en solitario corren un mayor riesgo de deterioro, especialmente si tienen condiciones médicas preexistentes o son de edad avanzada. La situación de los rehenes también se ve agravada por los movimientos frecuentes a los que son sometidos, trasladados a menudo entre ubicaciones subterráneas para evitar ser detectados por operaciones militares israelíes.
Izhar Lifshitz, cuyo padre de 84 años, Oded Lifshitz, es rehén, vive con la incertidumbre sobre su estado. Rehenes liberados en noviembre informaron haberlo visto herido pero vivo al inicio del conflicto. Sin embargo, Izhar no ha recibido más noticias desde entonces. “Nos aferramos a la esperanza de que pueda estar vivo”, dice Lifshitz, “pero en nuestro interior sabemos que las personas mayores, heridas, personas que han sido capturadas hace más de ocho meses, necesitarían cambiar su medicación varias veces, recibir tratamiento médico. Y no están recibiendo eso allí.”
La situación de los rehenes en Gaza tiene profundas implicaciones políticas y militares para Israel. La operación militar del 8 de junio, que logró liberar a cuatro rehenes, fue un raro momento de alegría, pero también sirvió para destacar la complejidad de las operaciones de rescate. Aunque el ejército y los rehenes rescatados reconocen que las misiones israelíes no pueden garantizar la liberación de todos, la presión pública y la frustración por la falta de avances en las negociaciones crecen día a día.
Las negociaciones con Hamas se han vuelto más tensas tras la operación de rescate, con la organización endureciendo sus demandas. Israel ha respondido proponiendo aceptar cuerpos muertos en los intercambios, una medida inicialmente rechazada. A medida que las conversaciones se prolongan, la incertidumbre sobre el destino de los rehenes aumenta, con preocupaciones de que las condiciones de cautiverio se deterioren aún más.
El impacto de esta situación no se limita a las familias de los rehenes. La continua detención de rehenes y el creciente número de muertos complican los objetivos militares y políticos de Israel. Mientras el país persiste en su objetivo de destruir a Hamas, la necesidad de equilibrar las operaciones militares con los esfuerzos de rescate humanitario se vuelve cada vez más urgente y difícil.