Durante el reciente Día Nacional del Ejército en Irán, el régimen persa desplegó un espectáculo de fuerza militar en desfiles realizados por todo el territorio, incluyendo la capital, Teherán. Entre el arsenal exhibido se encontraron drones de varios tipos, tanques y misiles tanto de corto como de medio alcance, Fatah 360 y Qader.
Este despliegue se produce en un momento donde las tensiones con Israel alcanzan puntos críticos, especialmente después del ataque con 300 misiles y drones por parte de Irán hacia Israel el sábado previo, como represalia por un bombardeo a su consulado en Damasco el 1 de abril.
En este contexto, Ebrahim Raisí, Presidente de Irán, pronunció un discurso reconociendo abiertamente el ataque contra Israel y posicionándolo como una respuesta directa y justificada.
Esta operación, según el líder iraní, fue limitada y podría haber sido una ofensiva mucho más grande, insinuando la capacidad de Irán de infligir daños más significativos si lo considerase necesario. La amenaza de Raisí fue abierta: ante cualquier mínima agresión por parte de Israel, la respuesta de Irán sería “feroz y severa”.
Acerca de las posibilidades de un contraataque por parte de Israel, Raisí expresó confianza en la disuasión, citando que para “Estados Unidos la opción militar no está sobre la mesa”, algo que atribuyó a la “autoridad de nuestras Fuerzas Armadas”. Con estas declaraciones, Raisí no solo recalca la represalia contra ataques precedentes sino también establece una postura firme respecto a futuras confrontaciones.
Israel y sus aliados lograron repeler el 99% de los drones explosivos y misiles lanzados el sábado pasado por Irán.