En una ceremonia estatal con tono sombrío, Israel ha iniciado la conmemoración de su 76.º Día de la Independencia, evento que se ha visto marcado por un cambio radical en su formato habitual, al ser pregrabado por primera vez desde la pandemia del coronavirus.
Este cambio se realizó en medio de informes que sugerían que los organizadores gubernamentales buscaban evitar abucheos hacia el primer ministro Benjamin Netanyahu y otros ministros, como los ocurridos en eventos del Día del Recuerdo, apenas horas antes.
Este año, Israel enfrenta uno de sus Días de la Independencia más afligidos, a solo siete meses del masivo ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre, considerado como la mayor matanza de israelíes en un solo día en la historia del país, con 1.200 muertos y 252 rehenes tomados, de los cuales 128 aún permanecen secuestrados en Gaza.
En este contexto, la decisión de llevar a cabo la ceremonia del encendido de antorchas ha generado un profundo descontento entre aquellos que consideran que el gobierno no debería organizar ningún tipo de celebración mientras continúe la guerra y haya israelíes desplazados y rehenes en manos de Hamas.
Entre las voces más críticas se encuentran las familias de los rehenes y aquellos que han perdido seres queridos o han sido desplazados a causa de los combates. Algunos de ellos participaron en una ceremonia alternativa de “apagar antorchas” en Binyamina, mientras que otros se reunieron en una manifestación igualmente solemne en Plaza de los Rehenes en Tel Aviv para conmemorar el inicio del Día de la Independencia exigiendo la liberación de los secuestrados.
El orador principal en la ceremonia estatal fue el presidente del Knesset, Amir Ohana, quien se dirigió directamente a los 132 rehenes aún retenidos en Gaza: “El Estado de Israel no estaba ahí el 7 de octubre con toda su fuerza y poder como todos esperábamos, pero desde entonces, trabaja todos los días para regresarlos a casa con sus familias.”
Ohana también hizo un llamado a la unidad interna. “Tendremos que gritar menos y escuchar más, incluso a nuestros oponentes políticos. Ellos también demostraron que están listos para sacrificar sus vidas por el bien del Estado judío y democrático de Israel.” Estas palabras resuenan en un momento de profunda división interna, exacerbada por la “peste de la discordia, la polarización y la intolerancia”, como la describió Ohana.
La ceremonia también destacó a individuos que representan el “heroísmo” del 7 de octubre, incluyendo a personal de las fuerzas de seguridad, equipos de seguridad voluntarios, oficiales médicos y ciudadanos heroicos. Un miembro notable entre los portadores de antorchas fue Ezra Yachin, de 95 años, reservista activo más anciano del ejército israelí, quien enfatizó la “victoria del espíritu” al volver al uniforme después del 7 de octubre para compartir sus experiencias con los soldados y elevar su moral.
Mientras tanto, el primer ministro Netanyahu aprovechó la ocasión para reiterar su determinación de derrotar a Hamas y destacó “el espíritu de un pueblo antiguo que se niega a morir.” En su mensaje, también prometió el regreso de los rehenes a sus familias y asegurar que los desplazados puedan volver a sus hogares.
Por otro lado, dirigido a la Diaspora judía, el presidente Isaac Herzog destacó el año 76 como marcado por “enormes dolores y pérdidas”, y denunció además el aumento del antisemitismo a escala global. A pesar de las tribulaciones, Herzog subrayó los logros significativos del país, rememorando la capacidad del pueblo judío de “levantarse, una y otra vez, contra el odio”.
El formato de este año de las celebraciones del Día de la Independencia prescindió de los fuegos artificiales tradicionales, y muchas municipalidades adaptaron sus eventos de acuerdo con el tono general del país.