El ejército israelí está planeando una respuesta al ataque con misiles balísticos de Irán contra el país a principios de esta semana, y advierte de que será “seria y significativa”. Las FDI han dicho que el ataque de Irán con unos 200 misiles balísticos contra el país “tendrá consecuencias”.
El ataque causó daños en Israel, incluso en bases aéreas israelíes, aunque los militares han dicho que no fueron alcanzados aviones ni infraestructuras críticas.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expresado su desacuerdo con los objetivos que Israel ha considerado para un posible ataque a Irán. En declaraciones recientes, Biden rechazó la idea de atacar las instalaciones nucleares iraníes y cuestionó la posibilidad de que la infraestructura petrolera sea un blanco. “Si yo estuviera en su lugar, estaría pensando en otras alternativas que no fueran atacar los yacimientos petrolíferos”, afirmó desde la Casa Blanca.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha tomado la decisión de llevar a cabo una ofensiva contra Irán, pero aún se debate sobre los objetivos específicos debido a las posibles repercusiones geopolíticas y económicas. La intención de Netanyahu es modificar el equilibrio de poder en la región, aunque es consciente de que una acción militar podría desestabilizar la economía global y tener consecuencias políticas en Estados Unidos, especialmente a un mes de las elecciones presidenciales en ese país.
El Consejo de Seguridad de Israel ha recomendado una ofensiva aérea que podría dirigirse contra el sistema de desarrollo nuclear de Irán o su infraestructura petrolera. Estos son considerados objetivos estratégicos, pero también implican consecuencias significativas para la región y la economía mundial. Además, requieren un nivel de preparación e inteligencia que no depende únicamente de la decisión israelí.
A pesar del apoyo de Estados Unidos al ataque, existen discrepancias sobre los objetivos elegidos. En los últimos días, se ha producido un intenso debate entre Jerusalén y Washington para llegar a un acuerdo sobre los blancos a atacar. La falta de consenso ha llevado a Biden a realizar declaraciones públicas para intentar clarificar la situación.
La situación se complica aún más debido a la proximidad de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, lo que añade una capa de complejidad a las decisiones estratégicas de Israel. La relación entre ambos países es crucial, y cualquier acción militar podría tener un impacto significativo en la política interna estadounidense.