Israel y Hezbollah están en un punto crítico a medida que aumentan los enfrentamientos entre ambas partes. En las últimas semanas, las hostilidades han incrementado significativamente, generando una tensión máxima en la frontera norte de Israel.
Los incidentes comenzaron a intensificarse el 8 de octubre, cuando Hezbollah abrió un frente de batalla, tan solo un día después de la incursión mortal liderada por Hamas en Israel, que desató la actual guerra en Gaza.
Hezbollah, una organización designada como terrorista por EEUU y alineada estrechamente con Irán, ha justificado sus agresiones como un acto de apoyo a los palestinos.
En este contexto, Israel ha respondido inicialmente con ataques proporcionales, intentando evitar una guerra total. No obstante, con el paso de las semanas, ambos bandos han intensificado sus operaciones. Hezbollah ha incrementado sus ataques con drones y cohetes, alcanzando importantes instalaciones militares israelíes. Israel ha respondido con ataques profundos en el valle de Bekaa, al sur del Líbano, y ha dirigido sus ataques también a altos oficiales militares de Hezbollah.
Una de las mayores preocupaciones para el gobierno israelí ha sido el impacto de estos enfrentamientos en la población civil. Más de 60.000 israelíes han sido desplazados de sus hogares en los últimos meses. Entre las ciudades afectadas se encuentra Kiryat Shmona, que ha sido bombardeada constantemente por Hezbollah. El ministro de seguridad nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, expresó durante su visita a la ciudad: “Ellos están ardiendo aquí, necesitamos quemar todas las bases de Hezbollah y destruirlas.
La situación ha llegado a tal punto que el primer ministro Benjamin Netanyahu declaró el miércoles que Israel está preparado para tomar “acciones muy fuertes” contra Hezbollah. Netanyahu subrayó que es un error pensar que Israel se quedará de brazos cruzados frente a las agresiones recibidas.