Los médicos que trataron a los rehenes israelíes liberados, capturados por el grupo Hamas en octubre pasado, revelaron el estado de salud en el que se encontraban cuando volvieron a Israel, tras 50 días de cautverio en Gaza.
Veintiséis rehenes fueron trasladados a un hospital israelí, donde muchos de ellos fueron encontrados desnutridos, habiendo sobrevivido con una dieta compuesta principalmente de pan blanco, según un nuevo estudio. Los análisis de sangre también mostraron que habían estado expuestos a una serie de enfermedades, incluidas el tifus y la fiebre manchada, durante los 50 días que estuvieron en cautiverio.
Muchos de ellos también presentaban piojos en la cabeza debido a las malas condiciones de higiene, incluyendo la falta de agua corriente.
Otros tenían heridas de metralla que no habían sido tratadas durante tanto tiempo que los fragmentos no pudieron ser removidos quirúrgicamente.
Los médicos también señalaron un trauma psicológico severo, especialmente en los niños pequeños que habían sido arrancados de sus hogares o forzados a ver cómo asesinaban a sus seres queridos.
Los médicos del Centro Médico Schneider para Niños en Israel describieron la situación como “atroz”, reconociendo que el verdadero impacto traumático de la guerra y el cautiverio se revelará con el tiempo.
Los pediatras, gastroenterólogos, psiquiatras y médicos de emergencia comenzaron a tratar a las 26 mujeres y niños después de que fueran liberados durante el cese al fuego temporal alcanzado en noviembre y diciembre del año pasado. Sus signos vitales al llegar al hospital eran normales, pero un examen más detallado reveló una serie de problemas que reflejaban las condiciones en las que fueron obligados a vivir.
“La alta tasa de episodios diarreicos puede explicarse por la mala sanidad, el hacinamiento y la falta de agua corriente en cautiverio. La observación de que algunos pacientes asintomáticos tenían pruebas de PCR en heces positivas para varios patógenos también apoya el mal estado de higiene”, detallaron. Además, la infestación extremadamente severa de piojos, agregaron, “también destaca las pobres condiciones de higiene en las que se mantuvieron los rehenes.”
Seis de las 26 personas llevadas al hospital tenían piojos en la cabeza y necesitaron múltiples tratamientos y cortes de pelo para eliminarlos. Ocho personas —tres mujeres y cinco niños— tenían heridas de metralla en las extremidades, el pecho y la pelvis.
Los expertos que trataron sus heridas decidieron que, debido al tiempo transcurrido desde que las sufrieron, no se recomendaría la cirugía para extraer la metralla. Después de 50 días en cautiverio, el cuerpo había comenzado a sanar alrededor de los fragmentos, y removerlos podría interrumpir el tejido sano y el proceso de curación.
Además, 15 de los 26 rehenes mostraron una pérdida de peso significativa y reportaron haber tenido alimentos extremadamente limitados mientras estuvieron en cautiverio: “La dieta se basaba en arroz y pan blanco, con ingredientes de baja calidad y una ingesta mínima o nula de verduras, proteínas y grasas.”
En esos 50 días, las siete mujeres adultas del grupo, que tenían entre 34 y 78 años, perdieron entre el 7,5% y el 14% de su peso corporal. Diecinueve niños, de entre dos y 18 años, fueron tomados como rehenes. Ocho de ellos perdieron entre el 5% y el 11% de su peso corporal.
Los médicos, cuyo informe fue publicado en la revista Acta Paediatrica, agregaron que los niños que estuvieron en cautiverio con sus familias mostraron una pérdida de peso mínima, probablemente proque sus padres les dieron sus raciones de alimentos.
Seis pacientes, incluidos cinco niños, estaban cubiertos de picaduras de insectos cuando llegaron al hospital, y un niño tenía una infección cutánea. Otros niños vieron empeorar sus síntomas de asma durante el cautiverio cuando solo tenían acceso esporádico a un inhalador. Tres personas también sufrieron de dolores musculares generalizados, y las pruebas posteriores mostraron niveles elevados de una enzima que indicaba daño muscular, aunque los médicos no elaboraron más al respecto.
Otro paciente sufrió una herida de bala en la parte baja del abdomen, aunque no hubo daños duraderos en sus órganos abdominales. La infección resultante fue tratada en cautiverio con medicamentos tópicos.
En la mayoría de los casos, el alcance del trauma psicológico de los rehenes no podía verse, aunque ciertos comportamientos vinculados a su experiencia traumática se manifestaron en los niños pequeños. Los niños menores de siete años “demostraron un patrón de comportamiento sumiso”, que típicamente se manifestaba como una postura baja, evitando el contacto visual y hablando en voz baja. Tres niños pequeños parecían acumular su comida para más tarde. Un paciente, una niña que había sido separada de su familia y mantenida en aislamiento durante 10 días, “demostró episodios de llanto no provocado durante su estancia en nuestra unidad”.
Los médicos añadieron: “Una mujer que tenía un diagnóstico previo de trastorno de ansiedad leve, experimentó exacerbaciones durante el cautiverio y reportó haber sido tratada con benzodiacepinas de acción corta de manera irregular durante el cautiverio. Otra mujer adulta expresó sentimientos que sugieren el síndrome de Estocolmo.”
“Los conocimientos obtenidos en este informe podrían ofrecer asistencia en otros escenarios que involucren a individuos que regresan de un cautiverio, como secuestros y circunstancias relacionadas”, afirma el impactante informe.
Todos los datos de este informe corresponden al grupo de secuestrados liberados en la tregua de noviembre pasado. Se trata de mujeres y niños que lograron volver a Israel en el único acuerdo alcanzado hasta ahora. En Gaza todavía hay 115 rehenes israelíes que llevan más de 10 meses sceuetsrados por Hamas.